Trabajar contigo ha sido como encontrar un espacio seguro donde no tengo que explicarme tanto para ser comprendido. Me has acompañado con empatía y claridad, y eso ha marcado la diferencia. A alguien que está dudando en comenzar terapia le diría: no es fácil al principio, pero vale absolutamente la pena. Muchas veces postergamos la terapia (aunque estamos conscientes de que hay cosas que necesitamos trabajar) por cosas que son "más importantes" o menos caras, pero sale más costoso vivir siempre fuera de balance e inviertiendo en conductas autodestructivas para manejar las emociones que no procesamos. La terapia es como el desodorante, quizás no es indispensable para sobrevivir, pero indudablemente hace la vida más agradable y placentera. No se trata solo de “sentirse mejor”, sino de aprender a vivir mejor, con más honestidad y compasión hacia uno mismo. Y a mi “yo” de antes de empezar le diría que no está roto, que no tiene que hacerlo todo solo, y que pedir ayuda no lo hace menos fuerte, sino más humano.